FACETAS DE MÉXICO
Por. Ángel Bocanegra
- Representantes de diversos partidos políticos acusan a MYC de tener las manos manchadas
La empresa mexicana Plásticos y Metales MYC S.A. de C.V., que se dedica a la fabricación de productos plásticos y metálicos, ha sido foco de críticas tras ser señalada como parte del caos que marcó las elecciones primarias del 9 de marzo de 2025, celebradas en Honduras.
Contratada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para producir y distribuir materiales esenciales como boletas electorales, urnas traslúcidas y paquetes de votación para los comicios que definirían a los candidatos de los partidos Libertad y Refundación (Libre), Nacional y Liberal, la empresa MYC incumplió de manera flagrante los plazos establecidos. Este fallo desencadenó una crisis logística sin precedentes que afectó a miles de votantes y puso en entredicho la legitimidad del proceso democrático.
Las compras directas en el proceso de adquisiciones del CNE han generado serios cuestionamientos debido a la falta de transparencia y rendición de cuentas. Hasta el 17 de febrero de 2025, el órgano electoral realizó 63 licitaciones, de las cuales 10 fueron adjudicadas sin concurso público, un mecanismo que, aunque es permitido por la Ley para la administración y ejecución transparente del presupuesto electoral para las elecciones primarias 2025, genera muchas dudas.
Por ejemplo, de las 10 compras directas registradas en el portal “Honducompras” del CNE, varias presentan opacidad, ya que no especifican montos ni detalles clave de las transacciones, además, aunque múltiples procesos han sido cerrados, el ente no ha publicado los resultados ni las empresas beneficiadas.
De las 10 compras realizadas, únicamente cuatro ya fueron adjudicadas. Dos de ellas, vinculadas a servicios de conectividad, fueron otorgadas a las compañías Tigo y Claro. Mientras otras dos fueron asignadas en forma directa a Automatiza Soluciones S.A.S. y a la mexicana Plásticos y Metales MYC, S.A. de C.V., estas últimas sin registros como proveedor del Estado.
Desde las primeras horas de la jornada electoral del pasado 9 de marzo, los problemas fueron evidentes. En ciudades clave como Tegucigalpa y San Pedro Sula, los centros de votación reportaron retrasos de hasta 16 horas en la entrega de los materiales necesarios. En muchos casos, las boletas y urnas llegaron después del cierre oficial de las mesas receptoras, dejando a numerosos ciudadanos sin la posibilidad de votar.
Esta situación generó filas interminables, esperas bajo el sol y la lluvia, y un creciente malestar que derivó en protestas espontáneas y enfrentamientos entre simpatizantes de distintos partidos políticos. En Tegucigalpa, la capital, la frustración alcanzó niveles críticos, mientras que, en San Pedro Sula, la segunda ciudad más importante, la ausencia prolongada de boletas alimentó acusaciones de sabotaje.
Xiomara Castro, líder de Libre y figura prominente de la oposición, no dudó en responsabilizar a varias empresas de la situación, entre ellas a MYC, señalando que la “negligencia” de estas empresas puso en jaque la democracia hondureña, dejando a Tegucigalpa en un caos absoluto y a miles sin votar. “Es inadmisible que un proveedor con supuesta experiencia haya fallado tan estrepitosamente”, señaló.
Representantes del Partido Nacional y del Partido Liberal también alzaron la voz. Un portavoz nacionalista afirmó: “En San Pedro Sula, las boletas nunca llegaron a tiempo, lo que generó desconfianza, violencia y una sensación de abandono”. Por su parte, un líder liberal agregó: “Esto no fue un simple retraso, fue un golpe directo a la voluntad popular, y MYC tiene las manos manchadas”.
En un comunicado oficial emitido tras el desastre, el Consejo Nacional Electoral apuntó directamente a la empresa mexicana, afirmando que “Plásticos y Metales MYC no cumplió con el cronograma acordado ni tuvo la decencia de informar oportunamente sobre los retrasos, dejando al país en una situación crítica”.
La respuesta de MYC fue evasiva. En un comunicado genérico, la empresa atribuyó los problemas a “imprevistos logísticos” sin ofrecer detalles concretos ni un plan para mitigar el daño, lo que solo agravó las críticas por su aparente falta de compromiso y transparencia. Este episodio ha expuesto las debilidades estructurales de una compañía que, pese a su experiencia pasada —como la producción de urnas traslúcidas en 1987—, demostró no estar preparada para manejar un proceso electoral de alta sensibilidad.
Ha trascendido, incluso, que el CNE está por presentar una queja ante las autoridades del gobierno mexicano por haber acreditado a la referida empresa para participar en las elecciones primarias hondureñas.
El precedente dejado por Plásticos y Metales MYC en Honduras es devastador y sirve como advertencia para otros países. Su incapacidad para cumplir con un contrato básico compromete su credibilidad como proveedor confiable. Participar en futuros procesos electorales, especialmente en un sistema tan complejo y exigente como el mexicano —con millones de votantes y una logística nacional intrincada—, sería una apuesta temeraria que ningún organismo electoral debería considerar.