Por Guillermo Robles Ramírez
Mientras que hay funcionarios federales que hablan de casi más de dos millones, otros aseveran que serán más de cuatro millones los mexicanos que venían trabajando desde hace tiempo en los Estados Unidos y que ante la crisis económica que afronta el vecino país del Norte, comenzaron a regresar a México.
Lo anterior, sin necesidad de la campaña masiva de deportaciones que está haciendo el primer presidente de los Estados Unidos, condenado como criminal, Donald Trump; algo que, por cierto, no es ningún invento porque fue declarado culpable de 34 delitos.
Y muy contrario a las estimaciones de los números manejados por algunos funcionarios públicos federales, lo cierto es que hasta el último registro oficial es que se habla de un promedio de 13 mil deportados de los cuales 8 mil son connacionales, aunque también hay fuentes que afirman ser 5 mil mexicanos y el resto de otras nacionalidades.
Pero independientemente de las deportaciones, existe esa fuerte convicción de que de todas maneras habrá millones de mexicanos que regresarán principalmente por la crisis que está pasando los Estados Unidos, como también por el temor de ser encontrados y deportados o incluso encarcelados.
Algunos con residencia legal en los Estados Unidos y otros sin documentos, que es lo menos que importa, a final de cuentas serán paisanos o compatriotas que vienen a formar y a sumarse a otros millones de mexicanos que siempre han vivido aquí en su terruño y que no tienen trabajo.
Para qué los funcionarios federales andan de “echones” por no decirles mentirosos cuando declaran a los medios de comunicación que el gobierno central está preparado para recibir a esos paisanos que se regresan en momentos igual o peor de crisis que la de los Estados Unidos, o bien, deportados.
México, hay que aceptarlo, tiene ya algunos años con un grave déficit de empleo y si bien es cierto que tenemos Entidades en donde no ha faltado la llegada de inversiones extranjeras, debemos reconocer que son empresas que en su mayoría contratan operarios y una menor cantidad de técnicos de mediano y alto nivel y muy pocos licenciados en administración, en relaciones públicas, recursos humanos, contadores, psicólogos, comunicación, diseñadores, relaciones internacionales, mercadotecnia, sistemas, abogados y otros profesionales que cuentan con alguna licenciatura.
A la generación actual de profesionistas recién egresados, se le conoce entre los mismos jóvenes como la generación de la crisis, precisamente porque en las licenciaturas de que se graduaron y prepararon no encuentran ocupación.
Hay universidades e institutos de estudios superiores particulares que en los discursos de graduación, sus directores o rectores, presumen y alardean que el 80 por ciento de sus egresados encuentran trabajo al día siguiente de recibir el título, así como también afirman que desde que hacen sus prácticas profesionales ya cuentan con un trabajo tan pronto se les sea extendido su título y la cédula profesional. Y para el resto, es decir, el 20 por ciento, no pasan seis meses sin que estén desempleados.
Este discurso es una verdad a medias y lamentablemente está más lleno de mentiras que de verdades, pues esos directivos de escuelas superiores no mencionan que el 80 por ciento de los que al día siguiente reciben su título de esos centros educativos superiores privados; sus padres tienen desde una microempresa, a una gran empresa, mediana o pequeña y es ahí en donde precisamente son ocupados por sus papás.
Una parte de ese 20 por ciento que se asevera que no tiene trabajo de inmediato son aquellos jóvenes que no tienen la fortuna o suerte de que sus padres sean empresarios de cualquier nivel, por lo que pocos logran ser empleados, después de un vía crucis por las ferias del trabajo, así como el de visitar empresas y dejar solicitudes de empleo, aunque lo más popular son aquellas plataformas web como Lindedin, Indeed, Glasdoor, Monster, Carrerbuilder, ZipRecrutier, Accióntrabajo, Jobtify, entre muchas otras más en donde profesionistas buscan la demanda laboral de empresas solicitando profesionistas con características específicas.
También, otra parte del tan mencionado 20 por ciento, son jóvenes emprendedores que, echándole ganas y, en la mayoría de los casos, con el apoyo económico, parcial o totalmente, llegan a crear y establecer una microempresa, lo que resulta meritorio y reconocido.
¿En qué se van a ocupar a esos miles y hasta uno o dos millones de compatriotas que vienen a su México, sino no hay trabajo para los que viven aquí?.
¿Para qué engañar o tratar de hacerlo con declaraciones engañosas y llenas de mentiras, cuando sabemos que, al menos por ahora, se complica el desarrollo económico de México?.
El recibir a connacionales que durante años vivieron con el vecino del norte, y ahora vienen a México, sin importar la circunstancia, motivo o causa, pero en busca de trabajo, pero el gobierno federal podrá recibirlos por la sencilla razón de estar obligados porque no dejan de ser mexicanos, y facilitarles los medios económicos para que viajen a su ciudad de origen. A eso, está muy distante a que se les consiga trabajo garantizado, es decir, tendrán que sumarse a la suerte de miles de mexicanos en busca de trabajo, como también es un potencial para que el crimen organizado haga de las suyas para reclutarlos.
Bienvenidos, todos los compatriotas que por una u otra razón regresan a su patria grande, pero tampoco hay que mentirles ni engañarlos con promesas falsas y perspectivas que no tenemos. Siguen los políticos contemporáneos con la misma demagogia de hace decenas de años. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México, Presea Trayectoria Humberto Gaona Silva 2023) www.intersip.org