Por Guillermo Robles Ramírez
Muchos policías en nuestro país, sobre todo en el cuerpo policiaco municipal, después de cierto tiempo salidos de la academia, empiezan a engordar subiendo muchos kilitos demás quedando en condiciones no óptimas para desarrollar las actividades encomendadas, siendo esto una falta de respeto tanto para la ciudadanía como también la imagen que se tiene como autoridad y lo mismo sucede para aquellos que han brindado su servicio durante muchos años llegando así a una edad avanzada teniendo la misma limitación para poder atrapar a un ratero.
Para mucha gente el que un policía esté excedido de peso y no pueda alcanzar a un ladrón, es una situación como una falta de respeto y burla para los ladrones.
Habrá quienes tengan otro criterio como es el de no discriminar a los corporativos policiacos “gorditos y viejitos”; y aunque poco a poco hay en algunos municipios de Coahuila que han ido cambiando de opinión y buscando nuevas disposiciones para el cuerpo que resguarda la seguridad de la ciudad.
Considero que no se trata de un tema de sensibilidad humana o bien un motivo de discriminación, cuando se busca otro prototipo de agentes de seguridad pública, pero como en todo, hay necesidad de actualizarnos y modernizarnos no solo en tecnología, sino también en nuevo personal para poder tener un buen desempeño en cualquier actividad laboral.
Por mencionar el caso de un médico cirujano que durante su edad productiva logró tener un gran reconocimiento dentro de su ámbito, al pasar el tiempo tiene que llegar a una edad en donde sus funciones motoras se hacen torpes, propias por la edad, por muy buena trayectoria que tenga es mucho riesgo que un paciente cediera someterse a una operación.
Hay que ser realistas que la depuración en la policía es por el bien para los ciudadanos, y aquellos elementos que se han dejado engordar es responsabilidad de ellos mismos para mantener un trabajo a sabiendas de que los requisitos para la permanencia de su servicio requieren tener una actividad física.
No es lo mismo para aquellos funcionarios que hacen trabajos administrativos que sí pueden estar gordos, siendo irrelevante para poder realizar su función; y quedándoles únicamente la conciencia de tener que atenderse el problema de obesidad por cuestión de salud más que por imagen, o desempeño.
No hay que justificar la relajación de los requisitos para permanecer al servicio público de seguridad, haciendo un cambio de conceptualización en el entrenamiento físico, para que se deje de utilizar como un método de castigo, dominación, y humillación por parte de los superiores; sufriendo lo mismo para aquellos que han laborado por muchos años, queriéndolos incluir en tareas que se requiere de mucha actividad física.
También hay que cuidar que se cumpla la reglamentación de estos, ya que la mayoría de los policías de tránsito pasan mucho tiempo inactivos en los vehículos oficiales, pero también se les ve muy seguido ingiriendo alimentos, como tortas, tacos, gorditas, refrescos, etc., en sus horas de trabajo sin contribuir mucho que digamos a una buena nutrición.
La falta de reactivación al departamento de la medicina preventiva, de tener una programación y chequeo calendarizado con la ayuda de un especialista de nutrición, para cualquier elemento de seguridad pública local, sea policía o tránsito.
(Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México). www.intersip.org