Un niño de 4 años estuvo a punto de morir cuando un popote de metal perforó una arteria vital en su garganta, cortando temporalmente el flujo de sangre a su cerebro.
El pequeño, Charlie DeFraia de East Moriches, Nueva York, EUA, se cayó de la repisa de un porche mientras bebía una bebida de yogur con un popote de metal. Esta le atravesó la lengua y perforó la garganta, según documenta USA Today.
Cuando sus padres salieron y vieron el rostro de su hijo cubierto de sangre, inicialmente pensaron que se había mordido la lengua, dijeron al medio. Pero cuando los paramédicos llevaron a DeFraia al Hospital Universitario de Stony Brook, quedó claro que la pérdida de sangre del niño provenía de una lesión más grave.
“Realmente no tenía presión arterial medible”, indica a Today el doctor Richard Scriven, jefe de trauma pediátrico en Stony Brook Trauma Center. “Básicamente había perdido casi toda su sangre”.
Los médicos determinaron que DeFraia había sufrido una lesión en la arteria carótida interna, una de las vías principales que suministra sangre y oxígeno al cerebro.
Consiguieron detener la hemorragia taponando la herida con gasas, pero reparar la arteria supuso todo un reto.
Gracias al doctor David Fiorella, conocido entre sus compañero como “un mago con catéteres”, el niño se recuperó bien y comenzará el jardín de infancia esta semana.
Los cirujanos repararon la lesión de la garganta a través de un tubo insertado en el muslo.
Una vez que los médicos pudieron localizar la fuente del sangrado, tuvieron que encontrar nuevas vías de reparar la lesión.
Hay 2 arterias carótidas en el cuello, una a cada lado, y cada una se divide en una rama interna y otra externa. Las arterias carótidas internas irrigan el cerebro, mientras que las arterias externas envían sangre y oxígeno a la cabeza, la cara y el cuello.
DeFraia se había lesionado la arteria carótida interna derecha justo detrás de la mandíbula. El popote perforó esta sin dañar la externa ni romper la piel, por lo que atravesar su cuello no era una opción.
El doctor David Chesler, director de neurocirugía pediátrica de Stony Brook, estaba preocupado por la falta de flujo sanguíneo al cerebro de DeFraia debido a la lesión. Pinzar la arteria detendría el sangrado, pero no salvaría el vaso sanguíneo.
Reclutó a Fiorella, directora del Centro Cerebrovascular Stony Brook, quien insertó un tubo delgado en una arteria en el muslo del niño y empujándolo a través del sistema vascular del cuerpo hasta que llegó a la herida en su cuello.
Después, Fiorella básicamente “recreó una nueva arteria carótida dentro de la vieja arteria de Charlie”, usando stents (tubo diminuto que se coloca dentro de una estructura hueca en su cuerpo) para detener el sangrado y restaurar el flujo de sangre al cerebro. El procedimiento requirió solo 45 minutos y después de una semana en coma inducido médicamente, el niño comenzó a recuperarse.
DeFraia se recuperó increíblemente bien, según contaron sus médicos a Today, pero el accidente fue suficiente para convencer a su madre de dejar de usar popotes de metal para siempre.
“Han estado en la basura desde el día después del accidente”, asegura Crystal DeFraia, quien le comentó al medio que inicialmente había comprado los popotes ecológicos para salvar a las tortugas marinas.
Tomado de Vanguardiamx
Información de USA Today.